DÍA DEL LIBRO: MOMENTO PARA LA IMAGINACIÓN
El día del libro, la librería de segunda mano "Cómics el Coleccionista", que está en el Centro Comercial el Caracol, tuvo la amabilidad de invitarme a su stand en el paseo Independencia para firmar mi libro. La parada estaba situada al lado de la plaza Santa Engracia. Se trataba de dos mesas de diez metros de larga: una de cara al paseo y la otra bajo los porches. Las dos estaban repletas de libros colocados con el lomo hacia arriba. Ante aquella hueste de libros de primeros espadas, el mío tenía poco que hacer, a no ser que yo saltara al ruedo y así lo hice. Mi arma secreta eran los cuentos y me hice con un poderoso aliado: la imaginación de los infantes. Como un águila que otea desde su atalaya, así escudriñaba yo en el bosque humano que se movía al compás. Y cuando atisbaba a un niño de la mano de sus papás, se abría la cortina y daba comienzo la función:"Erase una vez, una hoja que no quería abandonar al árbol que le dio la vida. Porque decía que abandonar era sinónimo de traicionar..." Bajo un sol de justicia, durante 10 horas conté esta historia a cientos de personas. Tengo que decir, que aunque no todos se llevaron mi libro, la gran mayoría se mostró agradecida por el cuento y solo esto, ya me llenaba de satisfacción. Muchas gracias a todos por su paciencia y amabilidad.
El día del libro, la librería de segunda mano "Cómics el Coleccionista", que está en el Centro Comercial el Caracol, tuvo la amabilidad de invitarme a su stand en el paseo Independencia para firmar mi libro. La parada estaba situada al lado de la plaza Santa Engracia. Se trataba de dos mesas de diez metros de larga: una de cara al paseo y la otra bajo los porches. Las dos estaban repletas de libros colocados con el lomo hacia arriba. Ante aquella hueste de libros de primeros espadas, el mío tenía poco que hacer, a no ser que yo saltara al ruedo y así lo hice. Mi arma secreta eran los cuentos y me hice con un poderoso aliado: la imaginación de los infantes. Como un águila que otea desde su atalaya, así escudriñaba yo en el bosque humano que se movía al compás. Y cuando atisbaba a un niño de la mano de sus papás, se abría la cortina y daba comienzo la función:"Erase una vez, una hoja que no quería abandonar al árbol que le dio la vida. Porque decía que abandonar era sinónimo de traicionar..." Bajo un sol de justicia, durante 10 horas conté esta historia a cientos de personas. Tengo que decir, que aunque no todos se llevaron mi libro, la gran mayoría se mostró agradecida por el cuento y solo esto, ya me llenaba de satisfacción. Muchas gracias a todos por su paciencia y amabilidad.
Venancio Rodríguez Sanz
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